Carta a Tailandia

Tuktukeando por Bangkok

Querida Tailandia,

¿Qué tal estás? No sé si te acordarás de nosotros pero hace justo un año que te estábamos visitando. Parece mentira qué rápido pasa el tiempo cuando te olvidas de contar los días y los meses que tiene el calendario.

Te conocimos en el caluroso febrero, siendo tu capital Bangkok nuestra primera puerta de entrada al Sureste Asiático. Bangkok, cómo olvidarte. Eres una de esas ciudades absorbentes que no deja indiferente. Vibrante. Explosiva. Una sobredosis sensorial que nos puso los pelos de punta haciéndonos vibrar a una frecuencia más alta de la que lográbamos comprender. Tuk tuks y taxis corrían exasperados por tus venas sin piedad. Parece que vivas en un estado de congestión continua del que no sabes cómo curarte.

Tus altos y vanguardistas edificios se entremezclan con tradiciones de las que no te quieres desprender porque sabes que son tu definición de exotismo identitario y te hacen ser quien eres. Porque aunque quieras hacerte grande muy rápido, siguen habiendo escenas en tus calles que nos dicen que tuviste hasta hace poco un pasado desvinculado de la globalización. No te estarás dejando seducir por occidente, verdad?

Danza Thai

Sabíamos que hablabas inglés pero admirábamos igualmente las bellas formas de tu fascinante alfabeto que hiciste tuyo a partir del de tu vecino camboyano. Y aunque no lo entendiéramos, nos limitamos pues a observar su complejidad y a trazarlo con la mirada en busca de algún significado familiar que nos descifrara algo más acerca de tu pasado. Las elipses jeroglíficas nos recordaban sin querer a los dedos de tus bailarinas que rozan curvaturas imposibles como los techos de los tejados de tu sublime arquitectura.

Tus días, como en toda tu extensión, empiezan muy temprano y las cortinas no pueden contener los rayos de ese sol asiático tan trabajador que se desvela puntual a las 5 de la mañana. Pero viendo el tráfico de tus calles, parece ser que nunca duermes del tirón. Quizás sufras de insomnio crónico.

Frutas para llevar

Fuera de la urbe, parece ser que todo se tranquiliza. Eso sí, a excepción de la comida.

Ella es uno de los engranajes más grandes de tu motor. Circula permanentemente. Tiene ruedas y nunca está fija en ningún lugar. No hace falta ir en su búsqueda porque es ella la que siempre viene a ti, estés donde estés. Tus bulliciosos mercados trajinan a todas horas con centenares de especias, frutas, vegetales, parrillas y pad thais. Has sabido hacer de tu cocina una de las más reconocibles en todo el mundo y razón no les falta a los expertos cuando dicen que en un mismo plato están los sabores ácidos, salados, picantes y dulces. De esto último un poquito más. Está bien, eres generosamente azucarada.

Como generosa también es la abundancia de tu territorio, selvático por arriba y paradisíaco por abajo. Quisiste seducirnos con esas famosas playas sureñas de portada que venden paraísos divinos. No nos engañemos, ninguna de ellas se libraba de las trampas del turismo en las que nos negábamos a caer. Así que después de mucho buscar, logramos encontrar un rincón que ejerció de bálsamo curativo para calmar la borrachera que invadía a nuestros sentidos. Koh Kood, nuestro cielo en la tierra.

Koh Phi Phi

Pero no todo fueron palmeras, cocos y arena. Adentrarse en tu pasado fue posible. Tan solo hubo que poner rumbo al norte para disfrutar de los vestigios de tus generaciones anteriores y de tu cultura. Ayutthaya, Sukkothai. Y aunque sabemos que tu color favorito es el amarillo, tienes manchas de naranja chillón que definen tu filosofía de vida, basada en el budismo y firmemente respaldada por tu gobierno. Porque es en el sosegado Chiang Mai cuando cuerpo y mente se relajan y compartir una charla acerca del karma es posible con aquellos que siguen una vida monástica verdadera para avanzar hacia la iluminación.

Ai Tailandia. Eres larga, húmeda y sofocante. Dulce y salada. Ácida y picante. No debes dejar que el turismo desmesurado te dañe a ti ni a tu preciado medioambiente. Desarróllate con lógica y no caigas en las garras del dinero. Mastica por ti misma para saber si lo que te dan los demás diciendo que es bueno, realmente lo es para ti y los que te habitan.

Por favor, no te dejes embaucar por los defectos de una homogeneización desmedida. Permanece sólida. Sé tu misma. Cuida a tus elefantes, a tus tigres, a tus playas, a tus selvas, a tus templos, a tu gente. Mima tu idiosincrasia. Porque eres lo que te rodea. Eres tú, el gran reino de Tailandia.

Viajeros Reverdes

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