
Llevo dándole vueltas y todavía no sé con qué palabra definir Nepal.
Aún con resaca hospitalaria de Irán muy presente en el cuerpo, cambié los vastos y llanos terrenos de color crema de Persia por el balcón más alto del mundo. Nada que ver el uno con el otro. Naturaleza, personas y ritos vibraban en otra frecuencia que me costó encajar nada más pisar tierra nepalí.
Si tuviera que atreverme a decir una palabra quizás sería intenso. Y escoger esa imagen perfecta que representase un ápice de 55 días de viaje no es nada fácil. Desde el caos insufrible y agotador de Katmandú hasta la quietud verde de sus paisajes más rurales.
Decidida, me lanzo con esta pequeña pero colorida selección para abrirte el apetito y continuar admirando su variopinta belleza in situ.
Agradezco enormemente al mundo por haberse puesto bonito justo cuando mi objetivo pasaba por delante. Namaste!
¿Con ganas de más? No te pierdas sus miradas.