Singapur está lleno de líneas y segmentos, de curvas que se estiran y de rectas que se curvan, vectores perpendiculares y oblongas parábolas, de elipses eternas y tangentes kilométricas que en algún momento de su paisaje se cruzan en simetría sobre cuadrículas verticales rozando el infinito.
Cada una de estas arrugas marcan y acentúan todos los rasgos de su personalidad e identidad singular como ciudad próspera del Sureste Asiático, estando perfectamente estudiadas bajo el ojo clínico de un cirujano con dinero que nunca la hará envejecer.
Descubrir sus rincones fuera de los puntos más concurridos es un placer visual que no debéis dejar escapar. Singapur se merece una visita a fondo porque sus arrugas son terroríficamente bellas.