Conocimos a Mr. Meltemi justo el primer día que pisamos suelo cíclico en Syros. Este personaje veraniego hace acto de presencia en las islas durante la época estival (no se pierde ninguna cita!) por lo que posiblemente sea un compañero más de vuestro viaje. Siendo tremendamente popular entre navegantes e isleños, lleva la voz cantante a la hora de decidir si salen o no los barcos-taxi y ferries de sus respectivos puertos o de que en vuestro día de playa no acabéis rebozados como croquetas.
Puede resultar algo molesto, no nos engañemos, pero la cosa está en que aprenderéis a convivir con él gracias a su previsibilidad (preguntad a los pescadores que merodean por los puertos). Y si lo hacéis, os compensará con cielos brillantes y resplandecientes que parecen fundirse con el mar. El truco para ‘evitarlo’ es visitar el sur de la isla en la que os encontréis, donde su presencia será algo menos notoria.
Si os soy sincera, no conocía de su existencia hasta llegar allí y cada día me preguntaba por qué y por qué soplaba con esa energía inagotable, hasta que un buen día, una Ateniense de vacaciones en Amorgos me dio la respuesta: la naturaleza ha encontrado su propio recurso para ‘compensar’ las altísimas temperaturas que se alcanzan en verano por lo que si Mr. Meltemi no existiera, no habría lugar ni siquiera para los pocos arbustos secos, lagartijas y bichillos que sobreviven como pueden a ese sol abrasador.
Admito que lo nuestro no fue un flechazo instantáneo pero algo de cariño sí que hubo, aunque fuera por el bien de la Señora Madre Naturaleza. Aún y así, lo mío con este viento sería un matrimonio de conveniencia con fecha de caducidad que duraría lo que mi viaje y que por suerte me dio algo de tregua durante algunos días para poder disfrutar de las aguas cristalinas de las islas a las que mece incansable cada verano.