Plástico nuestro que estás en los suelos…

«La cantidad de plástico que produjimos desde el comienzo de la Edad de Plástico, es suficiente para envolver 6 veces el planeta en bolsas de plástico.» Plastic Planet

Plástico nuestro que estás en los suelos...Teniendo en cuenta que hasta hace poco más de un siglo desconocíamos por completo el plástico, algo ha ocurrido para que este material se haya colado en nuestras vidas de una manera desmedida, masiva y que roza incluso lo intrusivo. Nos hemos convertido sin querer en los herederos de la Era del Plástico. Ai… plástico nuestro que estás en los suelos, sacrificando todo en tu nombre…

Cierra los ojos y repasa por un momento aquellos objetos que te acompañan en cada uno de tus actos cotidianos. Vehículos para desplazarnos, aparatos electrónicos, higiene personal, juguetes para niños, utensilios de cocina, empaquetado y contenedores de alimentos y bebidas, bolsas de la compra, muebles y decoración de casa, fibras sintéticas… un sinfín de productos de la química moderna con los que compartimos día a día una relación exageradamente estrecha. Parece que todo intento de resistencia resulte inútil.

Navegamos en el despilfarro de un modelo consumista en el que nos hemos acostumbrado a usar y tirar casi al mismo ritmo que parpadeamos o respiramos. Una rueda enfermiza donde queda patente que desechamos sin control, lejos de tener presentes las grandes consecuencias que esto conlleva no sólo en nuestra salud, sino en la de todo el planeta.

¿Salud personal? Aunque algunos se obstinen en no cuestionar la seguridad del bisfenol A (o BPA) tan presente en centenares de envases, latas e incluso, recibos de compra del supermercado, el residuo que permanece en ellos se libera directamente al producto alimentario. Es decir, como si pasase a ser un ingrediente más que ingerimos pero que no viene indicado en la etiqueta.

Así que sin querer comerlo ni beberlo (¡ni respirarlo!), pasamos a tomar esas trazas que van derechas al torrente sanguíneo. ¿Consecuencias? Sustancias químicas ajenas a nuestra composición natural e irreconocibles por nuestro organismo que pueden llevar a un desajuste sistemático en toda regla: infertilidad, alteraciones hormonales, efectos sobre el sistema inmune, diabetes o incluso nos atreveríamos a decir, cáncer. ¿Sabías que existen analíticas para saber la cantidad de BPA que corre por nuestras venas?

Los ftalatos también han despertado recelos. Se emplean como plastificantes en la elaboración de los plásticos del tipo 3PVC y también son los responsables de problemas endocrinos similares a los del Bisfenol A.

Fish with plastic Green SanghaFuente: Green Sangha

En cuanto a la salud del planeta, qué podemos decir… El plástico invade bosques, montañas, desiertos y contamina ríos, mares y océanos originando gigantescos basureros marinos. El impacto es incalculable ya que afecta de forma muy perjudicial al ecosistema, al ciclo innato de la vida y a los vecinos animales con los que compartimos casa.

Este material tampoco entiende de fronteras. Nos hemos percatado de que en muchos países no existe un sistema vigente de reciclado que aligere esta carga tan pesada para el planeta. Plásticos de todo tipo se utilizan y se abandonan sin control en cualquier rincón del mundo, con presencia más notoria si el país se encuentra en vías de desarrollo.

El desconocimiento de unos versus el consumismo impuesto de otros sobre poblaciones que no pueden absorber ese usar y tirar. Y las consecuencias son muy graves a pequeña y gran escala. No hay más que fijarse en países como Nepal o India, entre otros muchos.

Plástico nuestro que estás en los suelos...

Por poner un par de ejemplos. La acumulación de residuos plásticos en los ríos produce estancamiento de aguas negras que llevan a una posible propagación de epidemias como el dengue. Y a nivel de salud, beber té ardiendo en un vaso de plástico es sin duda algo que a la larga puede influir negativamente en el organismo.

¿Por qué nadie nos ha alertado acerca de la peligrosidad de los químicos que lo componen (totalmente desconocidos tanto por el consumidor como por la compañía que los utilizan para empaquetar sus productos) o del mal uso que estamos dando al material a diario? Lo comemos, lo bebemos, lo respiramos, lo tocamos. Por supuesto que el plástico nos ha traído avances y progresos tecnológicos pero, ¿dónde está el límite?

Nuestra casa es una minúscula parcela que pertenece a una morada muchísimo mayor. Sólo hemos necesitado 100 años para convertirla en un planeta enfermo con forma de vertedero gigante incapaz de digerir esas toneladas de desperdicios que tardarán centenares de años en desaparecer.

Midway Film

Urge que actuemos con sabiduría. La consciencia de cambio ha de nacer en nosotros. La opción de generar menos plástico debe surgir del entendimiento de la problemática existente empleando el sentido común, limitando al máximo su consumo y encontrando un equilibrio entre el derroche y su correcta utilización. Y ante todo, exigir a los gobiernos que ejerzan presión a los fabricantes para que den a conocer la composición real de las sustancias contenidas en sus productos, y si es debido, retirarlas y prohibirlas.

Utilizemos la inspiración motivacional para reconducir el transcurso del destino que no pertenece a nadie más que a nosotros. De ello nos depende la vida a todos. No podemos dar la espalda a una verdad tan incómoda.

Aferrarse a lo que se tiene
Hay muchos datos de archivos relativos al comportamientos de los pasajeros de un barco cuando se está hundiendo.
Hay un hecho común: que los pasajeros no se suben inmediatamente a los botes salvavidas sino que suelen esperar por lo general, hasta el último momento. Esto es así porque cuando tienen que decidirse entre lo conocido y lo desconocido, la gente suele optar por lo conocido, aunque sea la peor opción.
Esto suele ocurrir especialmente cuando el barco se hunde poco a poco, y aún hay luz y calefacción en los camarotes.
Nadie se precipitará hacia los botes salvavidas.

La gente empezará a racionalizarlo: ‘¿Tenemos verdadera certeza de que se está hundiendo el barco?’, ‘¿Realmente estaremos más seguros en los botes salvavidas?’, ‘Seguro que la tripulación reparará la vía de agua’, ‘El capitán nos dirá lo que hay que hacer,’ ‘Alguien vendrá a ayudarnos’… Pero tenemos que elegir.
Recetas para el desastre, de John Webster

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