Querido mundo,
Las carreteras sin asfaltar anunciaban de antemano que llegar a Ushguli no iba a ser cómodo ni rápido. Entre bache y curva nos da por pensar que quizás el señor encanto viva escondido en algún paraje del que no desea salir. Sí o sí, queremos conocerlo.
Y así fue. En el valle sembrado de casas de piedra, las antiguas torres de vigilancia se alzan de puntillas para intentar destacar entre tanto gigante titánico, pero las montañas, descaradas todas ellas, pellizcan el cielo sin esfuerzo y salen victoriosas del pulso eliminando así cualquier tentativa de competencia. No hay palabras en el diccionario ni píxeles en la cámara que retraten aunque sea un pequeño esbozo del regalo que la naturaleza nos estaba brindando en vivo.
De acuerdo mutuo, hemos decidido rendirnos a los pies del monte Shkhara. A partir de ahora será nuestro balcón particular en el que asomar la cabeza para tomar una bocanada de aire fresco siempre que lo necesitemos. Así que una vez conocido el cielo en la tierra, no habrá bache ni curva alguna que nos prive en un futuro perdernos entre los pueblos aposentados sobre los pintorescos valles de la alta Svanetia. Pero que quede entre nosotros, será nuestro secreto.
Siempre tuyos,
Viajeros Reverdes
