Ser vegano en Irán es ser de raros, muy raros. Presentarse con este pensamiento en una sociedad donde la carne está tan sumamente integrada, conlleva traerse una dosis extra de serenidad y paciencia en la maleta. El paraíso verde queda muy lejos y el reino del kebab se extiende por todo su territorio. ¿Qué hacer entonces en un país donde la religión y la reciente fiebre por el fast food están muy presentes en la gastronomía?
Está clarísimo. Para ellos somos marcianos y de los verdes.
«Si no coméis carne, ¿entonces qué coméis?»
«Yo no podría vivir sin carne…»
«¡Pero la carne da energía y vitalidad!»
«No comí carne durante una semana y me sentí muy débil.»
«¿Y vuestra salud? ¡Estáis muy delgados!»
«Allah ha creado a los animales para ser comidos por las personas. Sería pecado que siendo musulmán no siguiese el ejemplo de Abraham…»
Estas situaciones vividas en Irán nos recordaron a nuestros inicios en el vegetarianismo, cuando empezábamos a nadar en una dirección poco corriente a la habitual. Pasado el tiempo y después de tantos encuentros con locales que no conciben su comida sin carne, pescado o derivados, hemos aprendido a no discutir sino a inspirar positivamente.
Hay una sutil diferencia entre querer cambiar a alguien e inspirar a alguien que cambie. Creemos que (no sólo en Irán) hay que motivar a las personas y la imposición de ideas que chocan con la realidad personal que siempre han vivido, provoca una reacción totalmente contraria a la deseada. Querer inspirar a alguien a que cambie por su propio bien (y por el del resto del planeta), conducirá a una situación de beneficio compartido. El poder de incitar a la curiosidad siempre funciona y hace cuestionarnos hasta las cosas más asentadas.
Pero volviendo al tema, no todo pinta tan carnívoro como parece. Por azar, nos hemos topado con personas vegetarianas locales que nos han dado a conocer varios restaurantes en Tehran y en Mashhad. No se consideran practicantes pero señalan que el Corán, aunque algunos digan lo contrario, habla de compasión hacia los animales y de que es totalmente compatible ser vegetariano y musulmán.
Los nuevos negocios de comida vegetariana empiezan a ver el filón y sus precios son pretenciosos. Y es que por lo visto, pasarse al lado verde está muy de moda entre la gente de clase alta de Tehran. Esperemos que no sea una tendencia pasajera y que su esencia más pura permanezca en el tiempo. El vegetarianismo ha de alejarse de esnobismos y ser asequible para todo el mundo, en cualquier lugar.
Comer en restaurantes
El gran reto de los vegetarianos es comer en la calle ya que el 99% de los restaurantes tienen pocos platos que se puedan adecuar y algunos como por ejemplo, el estofado de verduras (vegetable stew) está cocinado con cordero.
Nos hemos percatado también que, a diferencia de otros países, los platos se preparan por anticipado, lo que supone una dificultad añadida al escoger una opción directamente del menú y cocinada al momento.
Tened en cuenta que el hecho de no ver carne en el plato entra dentro del entendimiento de ‘ser vegetariano’ para muchos iranís; por eso recomendamos preguntar e insistir en que el guiso no haya sido cocinado con una pieza de carne, opción poco probable.
El movimiento fast food está bastante extendido y a los jóvenes les encanta todo lo moderno llegado desde el mundo western. Pizzas, hamburguesas y la comida excesivamente grasa son otro ejemplo más de como ningún país se libra de este ‘intercambio’ cultural.
Aviso a los carnívoros porque la carne de calidad en Irán es cara y muchas veces para abaratar su coste la mezclan con soja deshidratada. Es por eso que muchas familias no se fían del todo de los restaurantes y prefieren comer en casa sabiendo lo que preparan.
Estos son algunos trucos para sobrevivir a pie de calle:
- Te recomendamos que nada más llegar al país, alguien te escriba en farsi todo aquello que no comas para que no hayan malos entendidos y muestres este papel a los camareros y cocineros que os atiendan. Si no es suficiente, ves a lo básico: ayúdate de dibujos.
- En restaurantes más pequeños y familiares siempre pueden preparar algo fresco a petición dado el momento de urgencia.
- En los grandes hoteles a menudo sirven buffets de ensaladas.
- En algunas ciudades es muy popular el bocadillo de falafel. Ten en cuenta de que si el comercio ofrece más variedad de bocadillos, el falafel puede haber estado frito en el mismo aceite que otros productos.
- Siempre te quedará el amigo el kebab vegetariano, ¡con pinchos de verduras horneadas y arroz!
Comer en casa
Sin duda, la mejor experiencia gastronómica vegana nos la han brindado todas las personas que nos han abierto las puertas de sus hogares.
Es cierto que esta pareja de viajeros viene con unas ‘instrucciones concretas’ pero éstas no han supuesto ningún tipo de problema que nos impidiera disfrutar de grandes encuentros con personas que nos lo ha dado todo y mucho más. Toda gratitud es poca y valoramos enormemente el esfuerzo por querer complacer a este par de veganos en todo lo que han podido y ha estado en su mano.
En nuestro perfil de Couchsurfing tenemos un texto explicativo que ayuda a los hosts a saber qué comemos y qué no. Al principio se sienten algo descolocados pero al final, acaban siendo conscientes de que muchos platos que preparan en su día a día ya son veganos de por sí y no necesariamente llevan productos animales. Mini puntazo para los reverdes.
Para las invitaciones espontáneas que han ido surgiendo a lo largo del viaje, y que quizás podrían resultar más problemáticas, han resultado ser todo lo contrario. No hubo más que explicar los detalles de nuestro estilo de vida antes de la cita . Eso sí, es menos complicado ser vegetariano y los veganos necesitan insistir en el tema de la leche y el queso en todas sus variante porque están acostumbrados a cocinar con ellos y creemos que muchas veces lo incluyen por inercia o simplemente no son conscientes de que ese producto también es de origen animal.
Hay decir que invitar a un foráneo a comer a casa es todo un evento. Por experiencia propia, conocimos a un chico en Esfahan que quiso que fuéramos a cenar a Tehran con su familia cuando estuviéramos de paso por la capital. Tan sólo deciros que su madre estuvo limpiando la casa 3 días antes de nuestra llegada. Menudo honor.
Una vez en casa, es tradición tomar fruta antes de sentarse a comer, ya sea una sandía o un melón. Como curiosidad, esta costumbre se puede observar en las paredes del palacio de Chehel Sotún en Esfahan, donde los grandes reyes persas ya daban la bienvenida a sus invitados llegados de países lejanos con un buen festín frugívoro (¡y algunas jarras de vino!).
En cuanto a los platos principales que hemos probado, la sopa ash (versionada sin yogur) ha sido la más preparada y sus ingredientes (dependiendo de la cocinera y la región) suelen ser legumbres, ajo, cebolla, cilantro, comino, menta y fideos tipo noodle. Después, han venido muchas ensaladas verdes (que las echábamos de menos), arroz con azafrán y lentejas, paté de ciruela con nueces, espaguettis con soja deshidratada… ¿con qué te sorprenderán a ti?
Por último, comentarte que en Tehran hay un evento de CS abierto celebrado cada domingo en el que el usuario Peace-Gulf cocina una sopa vegana llamada shalamche para todo aquél que quiera probarla y pasar un buen rato charlando. No tiene coste alguno. Ya no está disponible el evento :-(
Frutas
Sencillamente sabrosas y sus mercados están a rebosar de sandías, melones, melocotones, nectarinas, uvas, manzanas, plátanos, mangos… Con toda sinceridad te decimos que muchas veces preferíamos comer kilos y kilos de fruta antes que entrar en un restaurante e intentar acordar un plato más o menos sano y sin que ningún producto animal haya estado presente en su cocción o preparación. Suerte de las benditas frutas.
Por cierto, en los fruteros de las casas iranís veréis que el pepino comparte lugar con manzanas, uvas o peras. Ellos lo consideran como tal y se los comen a bocados.
Frutos secos
No te puedes ir de Irán sin probar los pistachos, disponibles sin tostar en su forma más natural, ¡crudos!
Nueces, almendras y avellanas forman un trío más que conocido para calmar el hambre en durante los viajes en bus.
Pan
Hasta una increíble media de 200kg de pan puede llegar a comer un iraní en un año. Presente en todas sus comidas del día, hay variantes según la zona y la manera de elaborarlo: barbari, sangak, taftan o sheermal saborizado con azafrán, son algunos de los más conocidos. Al no llevar levadura y ser tan finos, la masa se hace en cuestión de minutos dentro de los hornos de piedra o leña.
Algo dulce
Los más golosos están de suerte porque Irán es el paraíso de los dátiles y menuda variedad. Nuestra recomendación es que hagas una pequeña cata de los diversos tipos para apreciar sus texturas, carnosidad, grado de dulzor y darte cuenta de que ninguno es igual. Nunca habrás comido golosina tan buena y tan sana. Los locales dicen que los mejores, y más caros, son los llamados piarom.
Nuestros desayunos, cuando no era fruta o nos esperaba un día ajetreado, consistían en un buen plato de trigo sarraceno (lavado y puesto en remojo la noche anterior) con plátano o manzana, almendras (también puestas en remojo), canela y un buen puñado de dátiles.
Los batidos de fruta y smoothies (con leche) son bastante comunes y en verano refrescan al personal. Escoged tu mezcla al gusto.
Otros dulces caseros son los lavashak, enormes láminas de fruta deshidratadas al sol. Popularmente son de ciruelas y le acompañan ingredientes como limón y agua, siendo bastante natural ya que no tienen azúcar añadido. Dulce a la vez que ácidas, les encantan a las chicas iranís por lo que si quieres caerles en gracia, no tienes más que regalarles una tira de estos snacks frutarianos de diferentes sabores como cerezas, moras o albaricoques.
En Tehran, Esfahan, Shiraz y Mashhad nos llamaron la atención una especie de noddles congelados, el faloodeh. Este sorbete persa es una de las primeras formas de postres helados y está hecho con fideos de maicena, agua de rosas, jugo de limón o granada, y a veces pistachos. Suele servirse con helado de azafrán, pero nos conformamos muy felizmente con una salsa también de azafrán pero en su versión vegana.
Té
Como en los países vecinos, el té es un ritual y será lo primero que te servirán nada más llegar a una casa para darte la bienvenida y empezar cualquier conversación. Todavía nos preguntamos cómo se lo pueden tomar tan caliente… ¡y es que para ellos el té frío no vale nada!
Un dato curioso: los iranís se ponen un terrón de azúcar detrás de los dientes para ir chupando mientras sorben el té. Después de preguntar a varios, la media de terrones por taza era de 3 y la media de tés por día era de 3. Haz números.
Querido vegetarian@ o vegan@, estamos seguros de que ‘sobrevivirás’ sin problema por estas tierras encontrando tu propio sabor local libre crueldad. Los iranís harán lo imposible por su parte para hacerte sentir como en casa aunque estés lejos de ella.