En una casita de dos plantas localizada en el mismísimo corazón de la isla malaya de Penang, vive una familia poco convencional que abre las puertas de su hogar al mundo entero para observar, reír, jugar y lo que más, aprender. Es en este lugar donde cualquier cosa es posible y todo tiene cabida, las fronteras desaparecen y la magia de la creatividad inunda todos sus rincones.
Sam, Sherilyn, nietos de emigrantes chinos, más Adam e Isabelle son los miembros de este peculiar clan del que en un abrir y cerrar de ojos formarás parte sin darte cuenta.
Papá Sam, es técnico de ordenadores: los abre, los repara con cariño y los deja apunto para que puedan seguir funcionando como nuevos. Su pasión por los chips, cables y discos duros empezó de muy joven y ha acabado derivando en un negocio propio situado en la primera planta de esta casita de ensueño. En su tiempo libre, cambia destornilladores y alicates por sartenes y cacerolas: su cocinillas interior sale a la luz para deleitar a todos los paladares presentes.
Por las venas de Mamá Sherilyn corren ríos de creatividad en puro estado y su hogar es el reflejo de toda la imaginación que lleva dentro. Entre otras decenas de cosas y actividades en las que está involucrada, escribe artículos en diferentes revistas parentales y de viajes demostrando que descubrir el mundo con niños es algo maravilloso que todos deberían hacer. Sus talentosas y originales fotografías transmiten una felicidad contagiosa, como si la vida fuera un lienzo en blanco que es más fácil colorear en equipo.
Y es ese apasionante mundo exterior el que Sam y Sherilyn quieren que entre directamente por la puerta de su casa para que Adam e Isabelle lo conozcan de primera mano a través de las personas que lo habitan. Quizás sea el homeschooling, la escuela a la que asisten, la libertad para potenciar sus propias capacidades o simplemente la buena combinación genética de la que están dotados… estos hermanos son una bomba explosiva que sorprende incluso al viajero que cree que lo ha visto todo.
Isabelle quiere ser astronauta y no es de extrañar, ya que sus objetos de papel en 3D, de los que presume haber construido en menos de 1 hora, son una auténtica obra de ingeniería espacial. Adam en cambio, no acaba de saber bien bien a qué se querrá dedicar cuando sea grande, pero sus dotes lingüísticos y capacidad de razonamiento harán de él una persona proyectada al mundo para hacer lo que más le apetezca. Ambos tienen una chispa genuina que les hace ser diferentes al resto y lo demuestran con cada conversación, comportamiento y actitud. Eso sí, siempre sin olvidar la cara divertida de lo que implica ser niño.
Tuvimos la enorme suerte de ser los primeros surfers en estrenar su nuevo hogar ahora situado en Georgetown, justo en el centro de la ciudad y durante los 4 días que pasamos allí, aprendimos más de lo que enseñamos, recuperando por momentos nuestra esencia de niños con peleas de almohadas, barajando las cartas del UNO y apostando a verdad o reto.
Posiblemente Penang no hubiera sido el mismo sin la familia más adorable y original que hemos conocido nunca. Porque son sus pizarras escritas a mano, sus búhos observadores repartidos por toda la casa, sus taburetes reciclados, sus detalles pintados en las paredes, sus impresionantes álbumes viajeros de fotos a todo color… auténtica inspiración que pone de manifiesto cuánto disfrutan todos en compañía de todos y de lo sencillo que resulta viajar y convivir siendo cuatro miembros muy bien avenidos. Ya os echamos de menos.
Créditos: Gracias a Sherilyn por compartir con nosotros la foto de su adorable familia. No os perdáis ninguna de sus aventuras en su blog My Little Backpackers :-)